Exploramos cómo se manipulan narrativas sobre migración, prensa y activismo en Venezuela, revelando los detalles detrás de la desinformación
Esta semana nos enfocamos en tres controversias claves: las acusaciones contra la prensa internacional por supuestamente atacar a migrantes venezolanos, una campaña de descrédito contra periodistas y medios internacionales, e intentos por difamar a defensores de derechos digitales y ONGs.
¿La prensa internacional ataca a los migrantes?
Esta narrativa suele ser presentada por voceros del gobierno venezolano de forma reiterada, pero sin la presencia de sustento analítico ni evidencias concretas. Se emplea como una táctica para justificar el control informativo y desacreditar críticas, promoviendo una supuesta cruzada en contra de la desinformación y los “fake news”, cuyos fines son netamente propagandísticos.
El pasado 5 de marzo, el diputado de la Asamblea Nacional y conductor del programa La Hojilla — transmitido por Venezolana de Televisión — Mario Silva, repitió la denuncia de Nicolás Maduro sobre una supuesta campaña de Associated Press (AP), CNN en español, Deutsche Welle (DW) y otras agencias periodísticas internacionales, para “atacar” a migrantes «que se vieron obligados a salir» del país debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos a Venezuela.
De forma rutinaria, integrantes de la comunidad anti desinformación global evalúan la existencia de bulos específicos, coordinación sistemática entre fuentes o la existencia de operaciones de influencia en redes sociales cuando analizan campañas de desinformación. Ninguna de las acusaciones de ambos voceros sobre la falsa campaña están basadas en análisis técnicos, ni en pruebas concretas.
Sin embargo, en este video se compilan todos los casos de desinformación detectados desde 2020 por Cazadores de Fake News —incluyendo desinformación migratoria—, que involucran al diputado Silva.
Las narrativas impulsadas por el gobierno venezolano sobre la crisis humanitaria o las sanciones internacionales se presentan en el marco de la posverdad — un contexto donde las emociones y creencias personales influyen más que los hechos objetivos en la opinión pública — y no han sido constantes desde el inicio de las sanciones impuestas en 2015.
Primero se negó la existencia de la crisis migratoria, luego se dijo que era un «montaje mediático” y después se aseguró que sí existía pero que había sido provocada por factores externos.
Algunas narrativas formaron parte de “campañas” coordinadas como, por ejemplo: “No hay crisis humanitaria, pero las sanciones son culpables”. En otras, se comprobó que fue simple información errónea que se difundió de forma espontánea, o información que promueve contenido de odio de forma directa e indirecta, como en el caso de algunos medios de Perú y Chile y su forma particular de abordar la migración venezolana, o algunas cuentas Trolls en Twitter que estimulan el odio contra venezolanos y haitianos en el norte de Chile.
Descrédito para silenciar a la prensa internacional
Los ataques ad hominem contra periodistas, como el sufrido esta semana por Ernesto Andrés Fuenmayor de DW, son ejemplos de campañas de estigmatización usadas para desacreditar al mensajero, evitando referirse directamente al contenido de su trabajo periodístico. Este ataque, junto a la censura del medio alemán en la parrilla de varias cableras, es otro ejemplo de cómo se aplica la censura en Venezuela para silenciar voces críticas.
En el caso de Fuenmayor, los ataques en su contra provinieron de propagandistas y cuentas afines al gobierno venezolano. Estos presentaron como argumento principal en redes sociales que él “no tiene moral” para comentar u opinar sobre Venezuela porque es familiar del exalcalde de oposición del Distrito Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, y lo acusaron “difamar” al país.
Pero excluyendo los ataques personales o el abuso de la trillada frase «eso es fake«, ninguna de las cuentas que lo atacaron indagó en las fuentes y trabajos en los que Fuenmayor basa su reportería, que sí existen y que menciona en la versión larga del episodio “Cómo los corruptos te roban lo tuyo” del podcast en YouTube.
Esto ocurre justo cuando la DW fue sacada del aire de un servicio de TV por suscripción venezolano luego de la publicación del podcast «Cómo te Afecta» que aborda la corrupción en distintos países de América Latina y, específicamente, abordó la corrupción en Venezuela y los vínculos entre políticos y el crimen organizado que opera en el país. Fuenmayor conduce ese espacio con un estilo casual y lenguaje sencillo, pero efectivo —que también han intentado explotar portales y comunicadores oficialistas—.
¿Qué dicen los documentos e investigaciones que citó Fuenmayor en el video que trata específicamente sobre la corrupción en Venezuela? Algunos, disponibles en internet, se incluyen en el siguiente tweet:
Difamación contra defensores de derechos digitales y ONG
Una operación de influencia bien documentada intentó difamar a defensores de derechos digitales, periodistas y ONG venezolanas, acusándolas de promover narrativas falsas sobre una supuesta guerra comunicacional.
Esta táctica, lejos de ser espontánea, es parte de una campaña coordinada que ha sido especialmente activa en redes sociales, como X, donde comunidades organizadas de usuarios buscan amplificar su alcance y mensaje a través de la membresía paga.
Las víctimas de este nuevo ataque fueron el periodista y defensor de los derechos digitales, Melanio Escobar y la ONG anti-desinformación venezolana Cazadores de Fake News, a quienes se acusó de no hablar “cosas buenas” sobre Venezuela y de «crear condiciones para que haya un estado de conmoción en el país». Una frase que refuerza la falsa narrativa gubernamental sobre una supuesta «guerra comunicacional» o la existencia de «operaciones psicológicas», con las que se pretende estigmatizar el trabajo de periodistas y ONG venezolanas.
Las evidencias demuestran que el comentario y su posterior amplificación forma parte, irónicamente, de una verdadera operación de influencia que ha sido muy bien documentada.
Durante 14 minutos después de publicar el tweet original, la cuenta que hizo la «denuncia» no recibió ni una republicación, ni un «me gusta». A los 14 minutos el autor del hilo retuiteó y le dio «like» a los dos tweets de su propio hilo, en un intento de llamar la atención.
Minutos después comenzaron las interacciones, muchas de ellas realizadas por un grupo específico de cuentas suscritas a Twitter Blue, y por otras que han sido identificadas dentro de operaciones de influencia descritas previamente por Cazadores de Fake News.
El factor común entre estas cuentas es que en el pasado han acusado a varios periodistas, medios y ONG de ser «apátridas» o «palangristas», y que han participado en el impulso de etiquetas coordinadas promovidas por el llamado «Movimiento FreeAlexSaab». Existen evidencias de que la mayoría también estuvieron involucradas en la promoción de campañas de estigmatización en contra de Roberto Deniz, uno de los periodistas de Armando.Info, medio que ha publicado más de 40 reportajes de investigación que revelan la red de negocios del actual presidente del Centro Internacional de Inversión Productiva de Venezuela.
Esta comunidad de tuiteros formó parte de la operación de influencia a favor de la liberación de Alex Saab, impulsada entre 2019 y 2022 y considerada por Cazadores de Fake News como la mayor operación de influencia y desinformación que se haya documentado en Venezuela.
Varias de ellas son suscriptores de Twitter Blue; pagar esta membresía es una oportunidad relativamente económica para aumentar el alcance de sus contenidos. La mayoría de estas cuentas no son bots (no están automatizadas); son operadas por personas, venezolanos, de carne y hueso que conforman pequeño y específico grupo de personas, que formaron parte de múltiples campañas con las que se intentó influir en la opinión pública a favor de la liberación de Alex Saab y en contra de periodistas y medios venezolanos. Lo mismo que se intenta hacer en marzo de 2024, nuevamente, en contra de defensores de derechos digitales y ONG.
Cazadores de Fake News investiga a detalle cada caso, mediante la búsqueda y el hallazgo de evidencias forenses digitales en fuentes abiertas. En algunos casos, se usan datos no disponibles en fuentes abiertas con el objetivo de reorientar las investigaciones o recolectar más evidencias.