El equipo UCV Fútbol Club, que este miércoles se enfrenta por segunda oportunidad al Corinthians Paulista, entra a la cancha luciendo en el pecho un logo usado por un cuerpo de inteligencia venezolano que lidera las detenciones arbitrarias de opositores y la represión de las manifestaciones contra Nicolas Maduro
La Hora Venezuela
El equipo Universidad Central de Venezuela Fútbol Club (UCV FC) jugará, este miércoles 26 de febrero, la vuelta de la segunda fase de la Copa Libertadores contra el brasileño Corinthians Paulista. Un encuentro que definirá el pase a la siguiente ronda, tras el empate protagonizado por ambos equipos en su primer juego en el estadio Olímpico de Caracas, el pasado 20 de febrero.
Pero hay un dato que ha pasado desapercibido para los millones de fanáticos del tradicional torneo de fútbol sudamericano: el equipo venezolano llevará al estadio Arena Corinthians en Brasil algo más que su estandarte conocido como “el tricolor ucevista”. En el centro de la camiseta el equipo lucirá un logo que identifica a la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), específicamente a la Dirección de Asuntos Especiales (DAE), que dirige el coronel de la Guardia Nacional Bolivariana Alexander Granko Arteaga.
La imagen, negra con amarillo y que simula un casco de guerrero griego, es el mismo logo que aparece en las mangas de los funcionarios de la Dgcim, en los pendones de los actos oficiales, en
las unidades para controlar el orden público y las llamadas “jaulas” para detenciones, y que se hizo especialmente famoso en los videos de propaganda que publica el régimen infundiendo terror a quienes deseen expresar ideas contrarias a las impuestas desde el oficialismo.
El mismo logo que viste la oncena deportiva venezolana fue utilizado como sello en los videos compartidos en las cuentas oficiales de la red social Instagram de la Dgcim (@dgcimoficial) y del propio Granko Arteaga (@grankoarteagagk), de la llamada Operación TunTun, desplegada tras la elección presidencial del 28 de julio de 2024, para aleccionar a voces opositoras y manifestantes de las protestas tras el desconocimiento de los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el triunfo de Nicolas Maduro.
“El uso de ese logo es un insulto para quienes amamos el fútbol, para los que creemos que el deporte no debe ser coordinado desde la política, para quienes vemos en la cancha un espacio de respeto, donde hay valores, no donde se muestran los símbolos de la represión o el castigo por pensar diferente. Su uso contraviene lo que expone los principios éticos de la FIFA, el Fair Play, el juego limpio, así como los acuerdos de la propia Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol)”.
Declaranciones de una fuente cercana a la Federación Venezolana de Fútbol, que aceptó conversar con #LaHoraDeVenezuela con la garantía de proteger su identidad.
La misma fuente refiere al reglamento de clubes, válido para la Copa Libertadores, donde se resalta que está prohibida la exhibición de mensajes políticos, religiosos, leyendas conmemorativas o en carácter de homenaje a cualquier figura, en el uniforme, camiseta, equipamiento o letreros del club, salvo que se encuentre previamente autorizadas por la Conmebol. El mismo texto explica que el incumplimiento de esta disposición trae consigo sanciones pecuniarias, con montos que van desde los 5.000 y hasta los 15.000 dólares, dependiendo de en qué fase de la competencia se cumpla el llamado de atención.
El casco espartano
El logo que comparte la Dgcim y el UCV FC sirve, desde el año 2021, para identificar también a una plataforma deportiva llamada Team Espartanos que es presidida por el mismo Granko Arteaga. De acuerdo a sus redes sociales, esta tiene como objetivo dar apoyo a 13 modalidades deportivas. La plataforma asegura que canaliza la ayuda de empresas privadas e instituciones del Estado venezolano.
Granko es señalado en informes de Naciones Unidas por múltiples violaciones a los Derechos Humanos entre los años 2017 y 2022, incluidos los actos de tortura que ocasionaron la muerte del capitán de la Armada venezolana Rafael Acosta Arévalo, bajo la custodia de ese cuerpo de seguridad en el año 2019.
El logo del casco espartano apareció por primera vez de forma no oficial en el año 2018. Fuentes cercanas al organismo militar aseguraron a #LaHoraDeVenezuela que fue una iniciativa del propio Granko Arteaga, quien, según funcionarios de han formado parte del parte del Dgcim durante los últimos cuatro años, es admirador de la historia de la Antigua Grecia, Esparta y la leyenda del rey Leónidas, que inspiró en 2006 la película titulada 300.
Ahora, ¿cómo llega este logo relacionado con un organismo de seguridad y con la represión chavista al pecho del tricolor ucevista?
En el año 2020 se hizo público que nuevos propietarios habían adquirido la selección tricolor, que contrario a lo que indica su nombre, no tiene vínculos administrativos con la importante casa de estudios superiores venezolana, más allá del arrendamiento del Estadio Olímpico. Aunque no es oficial, en redes sociales y personas cercanas al deporte han señalado a Granko Arteaga, quien es objeto de medidas sancionatorias por parte de la Unión Europea y Estados Unidos desde 2019, como el nuevo propietario.
De hecho, en el equipo juega uno de los hijos de Granko, quien con 16 años es uno de los jugadores más jóvenes de la liga FutVe 2, la segunda división del fútbol venezolano, de la que hace parte el UCV.
Fuentes relacionadas con la cobertura periodística del club coinciden en que se empezó a usar el logo de Team Espartanos desde la presentación del jugador Christian Santos, en el año 2023. Sin embargo, en la cuenta oficial de Instagram, el equipo anunció la incorporación del logo al uniforme oficial en febrero de 2024.
“Estamos frente al uso del deporte para limpiar un logo. Frente a la Conmebol, esta imagen se presenta como la de un movimiento deportivo y la organización no investiga más allá para evitar cualquier roce con la federación”, advierte el especialista, que pidió la reserva de su identidad.
Complicidad institucional
Para algunas fuentes consultadas por #LaHoraDeVenezuela, la presencia del logo de la Dgcim deja un mal precedente en la Copa Libertadores.
“Dejemos claros que el tema no es que sea un logo de una instancia del Estado venezolano, pues en otras ocasiones ha habido equipos patrocinados por Pdvsa o hasta por el Fondo Único Social (FUS). Aquí el problema es que es un logo utilizado para la intimidación ciudadana, por un funcionario, dueño de equipo y empresario que siente que el poder le permite romper cualquier norma y dañar al deporte”, acota otra fuente cercana al mundo del fútbol venezolano, consultado para este reportaje y quien pidió la reserva de su nombre ante posibles represalias desde la Dgcim.
La fuente explica que, para que la Conmebol actúe ante el UCV, un equipo contrario debe exponer la queja. “Si esto no ocurre la Conmebol espera que haya una acción de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF), para enfrentarlas, pero las relaciones políticas entre la federación y el gobierno de Nicolas Maduro impide cualquier llamado de atención”.
Las relaciones entre la FVF y el gobierno que refiere la fuente se sustentan en la amistad entre la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, y el presidente de la federación, el empresario Jorge Giménez, así como por la figura del primer vicepresidente de la FVF, Pedro Infante, exministro de Deportes de Maduro y actualmente diputado a la Asamblea Nacional por el partido oficialista PSUV.
Esta noche, para muchos espectadores que verán el partido, el asunto probablemente pase desapercibido. Pero para miles de venezolanos, a quienes el logo les recuerda la represión política más cruda que han vivido en décadas, el juego bonito llevará una marca oscura de hasta dónde han llegado los tentáculos del régimen chavista.
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.
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