El gobierno venezolano ha utilizado cuentas bot para propagar su propia agenda desde al menos 2015. Un video presentado en Con Maduro+ sugiere que muchas de las críticas en su contra podrían ser generadas por bots, a pesar de que hay centenas de “bots humanos financiados” que continúan amplificando su propaganda
En el último segmento del programa Con Maduro +, del pasado 8 de abril, Nicolás Maduro y Patricia Villegas, directora de Telesur, presentaron un video sobre cómo funcionan las granjas de bots y cómo las redes sociales son espacios donde las opiniones de usuarios reales pueden ser atacadas por bots — cuentas automatizadas que replican contenidos, mensajes y etiquetas— y, a su vez, cómo estos bots pueden influir en la percepción pública, promoviendo una espiral del silencio que desalienta la expresión de opiniones divergentes.
De esta forma, en el programa se advirtió que gran parte de los comentarios y opiniones que los usuarios de redes sociales leen a diario son artificiales y no provienen de personas reales.
A pesar de ello, al menos desde 2015 se ha documentado que gran cantidad de cuentas bots (totalmente automatizadas) o de “bots humanos financiados”, han sido utilizadas para amplificar, precisamente, propaganda del gobierno venezolano.
Al explicar cómo funcionan las granjas de bots (automatizadas) ignorando el problema de los “bots humanos financiados”,el gobierno podría estar buscando desacreditar las críticas en línea hacia su gestión, aludiendo a que muchas de ellas son generadas artificialmente y no reflejan la opinión pública real en el momento electoral actual.
Esto distrae sobre el hecho de que la mayoría de las cuentas que generan spam, que se comportan como bots y que manipulan la plataforma están, precisamente, del lado gubernamental.
¿Qué son los bots y para qué se utilizan?
En principio, los bots son cuentas con algún tipo de automatización que se utilizan para realizar tareas automáticamente, como publicar contenido o interactuar en redes sociales sin intervención humana en tiempo real. La mayoría de las cuentas bots se usan para generar spam, con el fin de inundar el ciberespacio y diseminar contenidos que pueden ser propaganda, desinformación, publicidad, entre otros.
El gobierno y su maquinaria de propaganda en Twitter
En un intento de posicionar sus narrativas en línea y combatir la “guerra comunicacional”, es el gobierno venezolano el que, por años, ha usado redes de cuentas bots — o parecidas a bots — para amplificar etiquetas de propaganda a través del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información (Mippci), al menos desde 2015.
Tal como señala el video presentado en el programa de Maduro, el “ruido digital” puede distorsionar la percepción en línea, haciendo parecer que una opinión es más importante que otra.
Por eso, para contrarrestar la manipulación digital, Twitter (actualmente X) implementó medidas contra el uso de cuentas automatizadas para evitar que influencien el espacio digital de forma artificial.
Ante tales medidas, la solución que tuvo el gobierno fue pagarle a personas para que hicieran el mismo trabajo que hacían los bots.
Durante mucho tiempo, han existido varias redes que amplifican propaganda usando spam, aunque no necesariamente son cuentas automatizadas, hacen lo mismo. La principal ha sido Tuiteros de la Patria: personas a las que se les pagaba a través del Sistema Patria para impulsar etiquetas del Mippci.
Twitter conocía lo que el gobierno estaba haciendo: manipular su algoritmo, pagándole a la gente. Por ello, desde 2019 hasta 2021 cerró miles de cuentas de tuiteros que estaban recibiendo pago para impulsar diariamente centenas de tweets con el propósito de hacer parecer que las etiquetas del Mippci y el apoyo a la revolución eran más grandes de lo que realmente son.
La intervención de Musk
En 2023, Elon Musk tomó una medida que restringe radicalmente el uso y abuso de la red ahora llamada X: cerró el acceso a la interfaz de programación de aplicaciones (API) de Twitter y tomó fuertes medidas anti-scraping (técnicas utilizadas para extraer datos de manera masiva). Es decir, impidió generar o leer grandes cantidades de tweets al día, para evitar abusos.
La medida no fue perfecta, pero tuvo dos efectos importantes:
Impidió que investigadores digitales pudieran investigar el contenido tóxico que se difunde en la red social y también restringió un poco más la cantidad de tweets que podían ser publicados diariamente por cuentas falsas, como trolls, bots o cuentas similares a bots.
Por eso, actualmente las etiquetas del #Mippci no sobrepasan los 1.200.000 tweets diarios, como sucedía hace un par de años. Esto no impidió que la propaganda del gobierno venezolano se haya amplificado haciendo spam a través de otras redes de cuentas vinculadas con ministerios, organismos públicos y militares; aún alcanza decenas de miles.
Los bots del video presentado por Maduro son parte del problema, pero no se necesitan bots para manipular la plataforma. Otras técnicas de manipulación de plataformas como el brigading, el astroturfing y el uso de equipos coordinados de influenciadores, reemplazan el uso de cuentas automatizadas que pueden ser detectadas y suspendidas en segundos por el sistema proactivo anti-manipulación de redes sociales como Twitter.
Las operaciones de información desplegadas por gobiernos en el ciberespacio han sido combatidas por varias redes sociales al menos desde 2016, ya que se considera que los gobiernos poseen recursos prácticamente infinitos, con los que pueden inundar de propaganda y desinformación el ciberespacio, manipulando lo que leemos y compartimos en línea.
A pesar de que desde la llegada de Elon Musk a Twitter se han implementado algunas técnicas para evitar la manipulación, en la actualidad se sigue manipulando a la plataforma para posicionar narrativas y etiquetas que, en algunos casos, son atribuibles a gobiernos, fuerzas militares o policiales en países de todo el mundo.
Cazadores de Fake News investiga a detalle cada caso, mediante la búsqueda y el hallazgo de evidencias forenses digitales en fuentes abiertas. En algunos casos, se usan datos no disponibles en fuentes abiertas con el objetivo de reorientar las investigaciones o recolectar más evidencias.